#Menstruacción: el tabú también es un factor de desigualdad económicaEconomía 

#Menstruacción: el tabú también es un factor de desigualdad económica

Un grupo de mujeres en Hapur, un pueblo situado a 60 kilómetros de Nueva Delhi, India, aprende a usar una máquina para hacer toallitas femeninas e intenta venderlas sin éxito en los comercios del lugar. Esa es la historia que cuenta “Period. End of Sentence”, el documental que este año ganó el Oscar al mejor corto y que en 26 minutos alerta sobre una problemática que, con sus distancias, también afecta a las mujeres de este lado del mundo: menstruar en Argentina es un factor de desigualdad económica y social.

En 2018 una mujer gastó en Argentina entre 1000 y 2200 pesos en toallitas y tampones, según cálculos recientes de la campaña #Menstruacción, es decir, un 8% del Salario Mínimo Vital y Móvil ($12.500 en marzo) si se toma el menor monto y un 17,8%, si se tiene en cuenta el mayor. Un consumo que, para la gran mayoría de las mujeres, no es optativo.

La cifra se torna significativa cuando se compara a la brecha salarial de género, que es del 27% en el caso del trabajo formal y asciende al 37% para el 36% de las mujeres que se encuentra en situación de precarización laboral (sin contar con que el 11% son desempleadas), de acuerdo a la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que mide el Indec.

“Una mujer no puede dejar de gastar en productos de gestión menstrual. Son productos de primera necesidad pero el Estado no los reconoce de esa manera y mantiene el IVA sobre ellos. Así, crea un gasto diferencial sobre ingresos que de por sí son menores y representan una desventaja concreta en la conformación anatómica”, advirtió en diálogo con BAE Negocios Agostina Mileo, licenciada en Ciencias Ambientales con una maestría en Comunicación Científica, doctorada en Historia y Epistemología de la Ciencia y coordinadora general de #Menstruacción.

La Barbie científica, el alter ego elegido por Mileo en las redes, lo señala: “No es un gasto que vaya a hacer la diferencia en el hogar de una persona que cuenta con un empleo formal o que vaya a afectar en la decisión entre comer o no. Pero para algunas mujeres sí lo es, sí viven esa realidad porque somos las más propensas a empleos informales y precarización y es un impuesto con una simbología injusta”.

La inflación no ayuda y el Estado se preocupa poco. En 2017 el cálculo de la campaña fue de 700 a 1000 pesos anuales por mujer en productos de esta índole, una diferencia del 100% respecto al cálculo más reciente. En ese entonces, sólo había una marca de toallitas en el marco del listado de Precios Cuidados entre los muchos productos de la categoría “Perfumería y Cuidado Personal”. Hoy hay disponibles tres líneas, la más económica de $26,50 y la más cara de $71,37.

La cadena de supermercados Dia% es la única que ha tomado acción al respecto: los 28 de cada mes quita el 21% del impuesto IVA de sus productos de higiene femenina si estos se adquieren con la tarjeta del Club Día. Algunas marcas que participan son Johnson & Johnson, Kimberly Clark y P&G. 

Si bien los indicadores económicos muestran el efecto de los altos costos, detrás de ellos existe una construcción cultural desde donde se dispara la problemática: el estigma y el silencio. “La crítica es hacia cómo nuestras corporalidades se introducen en el sistema económico y político, es decir, qué consideraciones son las que estos costos evidencian”, detalló Mileo.

El #8M las mujeres, lesbianas, travestis y trans del mundo salimos a decir que queremos una sociedad igualitaria y que la queremos ya. En @EcoFeminita sumamos nuestro grito: BASTA DE ESTIGMATIZAR LA MENSTRUACIÓN.https://t.co/j3OLgc7Bq0

— Economía Feminista (@EcoFeminita)
5 de marzo de 2019



El tabú sobre el tema alimenta la desinformación: en Argentina no existen datos oficiales acerca de los perjuicios del contacto vaginal de toallitas y tampones; de infecciones o infertilidad causadas por hábitos antihigiénicos; números de deserción escolar y laboral. “Esto permite que no haya justificación para la inversión en investigaciones científicas de esta índole”, advirtió la comunicadora científica.

En otras partes del mundo, sí. El Banco Mundial estimó que a nivel global las niñas se pierden entre 10 y 20% de los días de clase por la falta de acceso a productos de higiene menstrual.

Además, la OMS en el estudio “Patterns and perceptions of menstruation” -realizado en diez países- remarcó que la menstruación continúa siendo causa de vergüenza, estigma y exclusión social y aseguró que esta situación que se agrava con la falta de acción por parte de los estados pone en riesgo la salud de gran parte de la población por la falta de medios e información para manejar correctamente el período, que lleva a problemas médicos.

A partir de #Menstruacción se presentaron 11 proyectos de ley del orden nacional y local con dos puntos principales: la eliminación del IVA de los productos de gestión menstrual y la provisión gratuita de estos ítems en escuelas, cárceles y otros espacios comunitarios (política que ya se realiza en países como Escocia). Además, este 8 de marzo durante la movilización por el Día de la Mujer realizarán una colecta de toallitas, tampones y otros productos para repartir en lugares donde acceder a ellos es más dificil.

En este contexto, podría leerse que “Period. End of Sentence” no sólo muestra una problemática que afecta a las mujeres de la India. Allí, la fabricación de apósitos de bajo costo representa el doble beneficio del mejor acceso a los productos de higiene menstrual y de romper con el estigma que rodea al período femenino. Acá, alerta sobre las similitudes: el difícil acceso económico a productos de gestión menstrual no ayuda reducir la brecha de género.

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