Cien días de López Obrador: turbulencias y popularidad
Los primeros 100 días de Andrés Manuel López Obrador como
presidente de México han sido frenéticos, pero sus intentos a veces caóticos de
cumplir su promesa de “transformación radical” no han mermado su enorme
popularidad.
Conocido como “AMLO”, el izquierdista declarado abiertamente
“antiestablishment” asumió el cargo el 1 de diciembre, destronando a los dos
partidos que han gobernado México durante nueve décadas, gracias a un 53% de
los votos y haciéndose con amplias mayorías en las dos cámaras del Congreso.
Desde entonces, su cruzada contra la corrupción en favor de
la austeridad ha transformado la imagen de la presidencia mexicana, después de
renunciar a la mansión presidencial, al avión privado, a los guardaespaldas y
al 60% de su sueldo.
Los resultados de sus iniciativas son limitados, pero eso no
parece importar a los votantes, hastiados de un país sacudido por la
corrupción, la desigualdad y la violencia.
López Obrador, de 65 años, que el domingo cumplió 100 días
al frente del país, puede desafiar a sus críticos con una creciente tasa de
aprobación que llega al 78%, según una reciente encuesta del periódico El
Financiero.
“Obviamente, los mexicanos adoran su mensaje”, explica
Duncan Wood, director de Mexico Institute del Wilson Center, en Washington. Pero
los desafíos más duros están por llegar, advierte. La luna de miel seguro que
se acabará.
El Banco Central redujo sus previsiones de crecimiento para
este año debido a las incertidumbres que despiertan las políticas
gubernamentales y las relaciones tensas entre López Obrador y el sector
empresarial.
También está la crucial, pero espinosa, relación con Estados
Unidos. López Obrador ha mantenido hasta ahora una relación estrecha con Donald
Trump, a pesar de los ataques del presidente estadounidense a los inmigrantes y
de su insistencia en erigir un muro en la frontera entre ambos países.
Más allá de su discurso, hasta ahora López Obrador ha hecho
progresos limitados en su ambiciosa agenda política.
En ocasiones, el presidente y su equipo se han disparado en
el pie. Una ofensiva contra el robo de combustible de la compañía estatal
Pemex, que anualmente le cuesta al país cerca de 3.000 millones de dólares,
provocó en enero escasez de gasolina que obligó a conductores a hacer colas de
horas, incluso días, para repostar.
El presidente, mientras tanto, recortó la burocracia en el
gobierno para financiar programas sociales. Una medida que enfureció a los
funcionarios cuyos salarios se vieron reducidos, lo que llevó a numerosas
demandas.
“AMLO” prometió también que la segunda economía del América
Latina crecería un 4% este año, el doble de la previsión más optimista del Banco
Central. Pero sus decisiones, como la cancelación de un nuevo aeropuerto en la
capital, presupuestado en 13.000 millones de dólares, han contrariado a los
inversores.
Observadores critican que el presidente trata de hacer mucho
demasiado deprisa.
“Tiene ganas de transformar todo, y siente que tiene poco
tiempo”, explica el analista político mexicano José Antonio Crespo. “Uno de los
problemas con eso es que esa rapidez genera precipitación, falta de
planificación, y entonces pareciera que está haciendo las cosas con gran
torpeza […] Está haciendo los cambios con machete cuando se requiere
bisturí”, opina Crespo.
Su popularidad aumentó 10 puntos, hasta el 86%, según la
encuesta que publicó El Financiero.
El presidente ha conseguido un éxito legislativo mayúsculo:
aprobar una enmienda constitucional para crear la Guardia Nacional. La nueva
fuerza tiene como principal objetivo acabar con la sangrienta “guerra de la
droga” en México, desatada en 2006 cuando el Gobierno echó mano de los
militares para luchar contra los cárteles.
“El show de ‘AMLO’”
Pero, sobre todo, López Obrador es un maestro de la
comunicación. Da una rueda de prensa todos los días de lunes a viernes.
Estos espacios, conocidos jocosamente como “El show de
‘AMLO’”, han llegado a dominar el panorama de las noticias.
“Andrés Manuel es espectacularmente bueno comunicándose con
el pueblo mexicano”, explica Wood. “El hecho de que esté cumpliendo con algunas
de sus promesas de campaña, eso es algo a lo que los mexicanos no están
acostumbrados”.
Los seguidores de López Obrador, conocidos coloquialmente
como “AMLOvers”, están preocupados por su seguridad, debido a su contacto
cercano con las multitudes y su negativa a ir con guardaespaldas. El presidente
minimiza estos temores: “El pueblo me protegerá”.
Con cinco años y 265 días de mandato por delante, la mayoría
de los mexicanos parecen preparados para perdonar a “AMLO” sus errores y ser
pacientes, por lo menos por ahora.
Por Joshua Howat Berger