Con películas de súper héroes, secuelas hiper promocionadas y grandes tanques de la industria como “Barbie” y Oppenheimer”, Hollywood se preparaba para un año distinto. Pero un inesperado filme de bajo presupuesto sobre el tráfico de niños puso patas arriba las expectativas de la industria.
A esta altura del año, la película que fue estrenado el patriótico 4 de julio en los Estados Unidos, roza los 180 millones de dólares de recaudación, un éxito rotundo para un largometraje independiente que tuvo un presupuesto de 14,5 millones de dólares.
El sorpresivo éxito de “Sonido de Libertad”, dirigida por el mexicano Alejandro Monteverde, que superó cómodamente a grandes éxitos de taquilla como “Indiana Jones y el llamado del destino”, “Misión Imposible” y “Elementos”, entre otras, viene sin embargo rodeada de varias polémicas. De polémicas lo suficientemente profundas como para hacer tambalear aquellos números grandilocuentes.
Primero, hay que saber que esta película ha trasladado a la pantalla grande un caso real: el de Tim Ballard, un exagente del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. La película cuenta que Ballard, hastiado de cazar criminales en su país sin poder derrotar a las mafias que trafican con niños en Latinoamérica decide, con el apoyo inspirador de su esposa, madre de sus siete hijos, pasarse a la clandestinidad en Colombia, desarticular una red criminal y devolver la libertad a más de 50 menores. En particular, a dos hermanos hondureños, raptados al principio del filme en una sesión de fotos que resulta un engaño.
Para Monteverde, la película fue una especie de obsesión nacida en 2017 luego de ver un reportaje sobre la trata de menores.
Lo primero que hizo fue escribir un guión completamente ficticio titulado “The Mogul”, en el que contaba la historia de un hombre adinerado que rescataba niños de la explotación sexual. Pero luego, le presentaron Tim Ballard.
En una entrevista con el diario “El País”, Monteverde cuenta que ese fue un momento clave: “Llevaba tres meses escribiendo esta otra película y Eduardo (Verástegui), el productor de la película, me dice que acababa de llegar de una conferencia internacional y Ballard era uno de los ponentes. Eduardo habló con él al final de la conferencia y le preguntó si querría conocer a su socio, yo, que estaba escribiendo del tema. A mí me interesaba tener un experto, está muy difícil conocer a expertos y él ya trabajaba en crímenes contra niños. Cuando lo conozco, empiezo a ver qué tan profundo es el problema. Lo que yo estaba escribiendo era la punta del iceberg. Su historia sobrepasaba mi ficción”, dijo. Monteverde decidió reescribir el guión, siguiendo el caso real.
Eso no es lo que se le cuestiona: con mejores o peores críticas, todos coinciden es que es un filme conmovedor. El problema, dentro y fuera de la pantalla, es otro.
Conspiraciones varias
La polémica que la rodea tiene mucho que ver con su protagonista, Jim Caviezel, conocido por su papel de Jesús en “La pasión de Cristo”, la polémica película dirigida por Mel Gibson. Y es que Caviezel, un devoto católico de 54 años, ha hablado, defendido y promovido a QAnon, una suerte de secta nacida en internet hace algunos años donde se cuecen casi todas las teorías conspirativas conocidas en los Estados Unidos.
QAnon está vinculada a la toma del Capitolio (que se produjo el 6 de enero de 2021 cuando partidarios del entonces presidente saliente de los Estados Unidos, Donald Trump, irrumpieron en la sede del Congreso violando la seguridad y ocupando partes del edificio durante varias horas), a sucesos tan extraños como el que congregó a miles de personas en Texas que esperaban la resurrección de John John Kennedy para convertirse en vicepresidente de Trump.
Según QAnon, y aquí es donde Caviezel ha sumado sus comentarios, existe un grupo de políticos demócratas encabezados por Hillary Clinton y con estrellas de Hollywood entre sus fanáticos como Tom Hanks, que secuestran niños para torturarlos en rituales satánicos y extraer de su sangre el adrenocromo, una sustancia derivada de la adrenalina que les permitiría mantenerse siempre jóvenes.
Aunque la película del mexicano Monteverde se abstiene de mencionarlo, Jim Caviezel ha hablado reiteradamente de él, antes y durante la promoción de la película. “Es un compuesto químico, una droga que las elites han usado durante muchos años. Es diez veces más potente que la heroína”, dijo Caviezel para explicar de qué se trata el adrenocromo.
De todos modos, el director intenta alejarse tanto como le sea posible de esos conceptos. De hecho, durante la promoción, lamentó profundamente el revuelo alrededor del filme: “ La de que esta película es una conspiración orquestada por QAnon, es como si mañana me acusan de que nos han financiado los marcianos. Hay un momento en que pensé que eso iba a desaparecer, pero no ha desaparecido. Comentarios de que este grupo financió la película. Quien dice esto no vio la película, porque al final salen los nombres de quienes sí lo hicieron. Y no son nombres normales, son algunas de las personas más ricas del mundo. No sé por qué intentaron politizarla. Al principio sí me dolió mucho que la etiquetaran. Es de lo peor que podemos hacer como seres humanos”, dijo este hombre que vive en los Estados Unidos y que siente que la “grieta” de allá, ha hecho que parientes y amigos dejen de hablarse.
Y cuando se le pregunta por el actor, intenta inclinar la balanza hacia el lado más humano: “Contraté al actor que pensé que era el mejor para esta película. El tema era muy personal para él. Jim adoptó a tres niños de China. Y nunca había visto a alguien tan comprometido y tan profesional en el set”, le dijo Monteverde a la revista especializada Variety en una entrevista en la que también admitió que las opiniones políticas del actor perjudicaron su trabajo como director de “Sonido de libertad” y que lo obligaron a salir varias veces a aclarar de manera explícita que la película alude a hechos reales y no a teorías conspirativa.
Pero, habría que agregar también otro nombre clave para la polémica: justamente el del productor del filme, Eduardo Verástegui, activista contra el aborto y presidente de la rama mexicana del Comité Político de Acción Conservadora (CPAC), órgano de expresión del ala más dura del Partido Republicano. Detrás del proyecto, financiado en parte por 7.000 aportes de personas que quisieron colaborar, está Ángel Studios, compañía independiente de inspiración cristiana con sede en Utah.
Críticas de un lado y de otro
La polémica salta del actor y lo que cuenta la película, a quienes la apoyan o critican.
Los conservadores, por ejemplo, se han deshecho en elogios hacia el filme por su mensaje dirigido a un sector trabajador estadounidense que, según ellos, ha sido desairado por las elites de Hollywood.
En medios como Variety, The New York Times y The Guardian, las reseñas fueron mayormente negativas y en ellas se calificó a la película de “afín a QAnon” o simplemente de aburrida. “Saber que miles de adultos asimilarán ‘Sonido de Libertad’, este sueño febril de los justicieros, y saldrán pensando que están mejor informados sobre una crisis de la civilización oculta… bueno, es profundamente deprimente”, consideró la revista Rolling Stone.
Más allá de las críticas, la película viene trepando la siempre dificultosa cuesta de la taquilla, dejando a su paso a megaestrellas como Tom Cruise, que no pude colarse entre las más vistas con su “Misión Imposible 7”.
Además de una fuerte presencia en los cines, ha tenido el apoyo de, por ejemplo, Donald Trump, que presentó la película en su club de golf del estado de Nueva Jersey, y también el de Elon Musk, que dice estar en conversaciones con los productores del filme para difundirlo por su red social ahora llamada X.
El método que eligieron los propios responsables del filme es más casero pero evidentemente redituable. Al terminar el filme, cuando empiezan los créditos, un texto anuncia en una esquina de la pantalla la inminencia de un mensaje. Entonces, aparece el mismo Caviezel que cuenta en primer plano los “obstáculos inimaginables” que atravesó la producción hasta llegar a los cines,. En su breve discurso, cita a Steve Jobs y a Lincoln, y dice que espera que la película se convierta en “La cabaña del Tío Tom de la esclavitud del siglo XXI”, esperando que el filme sirva para concientizar sobre los horrores de la trata de niños. Entonces, invita a los espectadores a sacar el celular para escanear un código QR con el que comprar una entrada para alguien “que no tenga dinero para pagársela”. “Hagamos que millones de personas la vean”.
Lo están logrando.