jueves, 21 noviembre, 2024

Macri asume la jefatura del PRO: la intimidad de su decisión, cómo frenar las internas y qué vínculo imagina con Milei

Según con qué lado de la amplia grieta PRO se consulte, la decisión de Mauricio Macri de asumir la presidencia del partido obedece a matices diferentes. Están quienes la ven como un capricho del ex presidente y casi un desafío a la figura del actual Jefe de Estado, Javier Milei. Patricia Bullrich, todavía titular del PRO pero funcionaria de alto rango dentro del Gobierno, es quien adhiere a esa línea de pensamiento, en el medio de un enfrentamiento dialéctico con Macri que viene desde la frustración que significó para Juntos por el Cambio ser la tercera fuerza nacional y quedar afuera del balotaje pasado.

El otro referente clave del partido durante el electoral 2023, Horacio Rodríguez Larreta, tiene ideas tan contrapuestas y públicamente expuestas con el ex mandatario que directamente avisa que se va a parar en la vereda de enfrente a cualquier intento de entregarle el PRO a Milei. No lo personifica en Macri, pero para el ex jefe de Gobierno porteño que Macri asuma la presidencia del partido representa eso: llevar a posiciones extremas lo que él entiende como un partido de centro, que fijó como objetivo central desde su creación mejorar el funcionamiento del Estado, una figura que Milei pretende eliminar.

María Eugenia Vidal no es alguien más dentro de la estructura PRO. Hasta principios de 2019 fue la segunda figura más trascendente del partido detrás de Macri, con aspiraciones presidenciales para ese período o para posteriores. Lo que vino es sabido: una derrota resonante ese año del entonces presidente contra el kirchnerismo, que arrastró a la gobernadora bonaerense a una caída estrepitosa en la Provincia, al punto que dos años después Vidal debió reconvertirse en una dirigente porteña y pasar a formar parte de una larga fila de dirigentes de pasado macrista que, más allá de mantener un vínculo afectivo con Macri, hacen equilibrio de acuerdo a la conveniencia o no de jugar cerca suyo.

Esos tres casos tal vez sean los que mejor reflejan el efecto Macri dentro del partido que él mismo creó y que atraviesa desde mediados del año pasado una crisis que amenaza incluso con su supervivencia a futuro.

Debilitada la chance de una fusión con la Libertad Avanza en los términos que la planteó Bullrich, Macri apuesta a robustecer al PRO a nivel nacional, convertirlo en un partido más federal, con peso en las provincias a través de dirigentes jóvenes, y consciente de que lo que viene tendrá a los apellidos ilustres, si ellos quieren, más en rol de acompañantes y consejeros que de protagonistas.

El ex presidente Mauricio Macri, en Expoagro. Foto: Juan José García.El ex presidente Mauricio Macri, en Expoagro. Foto: Juan José García.

¿Por qué entonces Macri a los 65 años y después de más de dos décadas en la política nacional vuelve a ponerse al frente del partido y no promueve a otro dirigente con aires renovadores?

En buena medida porque desde hace tiempo siente que ninguno de los que se perfilaban para sucederlo como principal referencia del PRO logró quitarle el cetro, porque internamente interpreta que él es el único que puede transmitir la experiencia de haber presidido un país, con todo lo que eso conlleva, y porque también le genera un desafío extra: desde un costado, colaborar con un gobierno que él cree eligió el camino adecuado para salir de una situación económica crítica. Y que sabe que si fracasa, a él también le llegarán las esquirlas de ese estallido por haber sido prácticamente un padrino de Milei, antes, durante y ahora.

La formalidad se concretará el martes, cuando la única lista que se presentará para asumir la presidencia del PRO la encabezará Macri, con el aval de casi todos los sectores del partido, en un reparto de cargos institucionales en el que todos buscarán asegurarse sillas de peso. No sólo está en juego la presidencia del partido y la Asamblea, sino también dos vicepresidencias, 25 consejeros, vocales y la secretaría general.

Patricia Bullrich, sobre todo, aspira a retener cupos ahí adentro, alrededor de la mitad de los cargos, para mantener su poder de fuego interno.

En 2024 una de las grandes decisiones que deberá adoptar el PRO como partido es qué posición deberá adoptar frente a las medidas del Ejecutivo y sobre todo a los proyectos legislativos de un Gobierno en minoría, que necesita del respaldo del bloque de 37 diputados que encabeza Cristian Ritondo.

Pero también se perfila 2025 en el horizonte, con las elecciones de medio término y la posibilidad concreta de que sí en ese contexto se unan candidaturas con los libertarios.

El apoyo de los gobernadores será central para la gestión presidencial de Mauricio en el partido. Jorge Macri, jefe de Gobierno porteño y su primo, se mueve alineado al ex presidente y es quien cultiva mejor diálogo con el mileísmo, más allá de estar en pleno reclamo de devolución de fondos de coparticipación que le adeudan desde tiempos kirchneristas.

Ignacio Torres, el chubutense que enfrentó a Milei abiertamente por la quita de recursos a su provincia, también respalda a Macri en su decisión de presidir el partido. Y aunque con menos efusividad por la interna partidaria, el entrerriano Rogelio Frigerio es otro que le dio su respaldo.

Más allá de su cargo en la FIFA, que le demanda mucho tiempo en viajes, Macri asumirá en el PRO su primer desafío de gestión en más de cuatro años, desde que dejó la Presidencia de la Nación. Conducirá en lo formal un partido bien diferente al que pensó y creó hace veinte años, en un contexto completamente distinto y con muchos de los cuadros que él ayudó a construir, enfrentados a él o con aspiraciones propias dentro de la política y que trascienden a la dinámica propia del partido amarillo.

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