Por INTA.
La producción de verduras en Río Colorado y alrededores se concentra en los meses de verano favorecida por el clima y un sistema de riego gravitacional que funciona desde septiembre a marzo mediante turnos de riego para las chacras. La temporada de producción a campo se reduce a los meses estivales y las familias productoras necesitan implementar tecnologías y estrategias para mantener un cultivo regular y rentable gran parte del año.
Frente a estas condiciones, el INTA Rio Colorado en conjunto con la Cooperativa de Trabajadores de la Tierra (CTT) de esa localidad construyeron ocho invernaderos de 16 x 50 metros, diseñados para extender el cultivo de verduras en otoño y adelantarlo en primavera. El proyecto contó con el financiamiento del Programa Promoción de Sistemas Agroalimentarios Resilientes y Sostenibles para la Agricultura Familiar (PROSAF) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
De acuerdo con Marcelo Ramos –productor hortícola y presidente de la cooperativa– los invernáculos benefician a las 17 familias que producen hortalizas y comercializan en ferias locales y preparan alrededor de 50 bolsones agroecológicos semanales. “Durante el invierno no teníamos cómo producir por la falta de agua y el frío. En esos casos, las verduras se terminaban encareciendo porque se pagaba el transporte de las verduras provenientes de otra zona”, expresó Ramos, y remarcó: “Con este proyecto podemos hacer las verduras bajo cubierta y eso impacta económicamente en las familias que producen y en los consumidores. Estamos muy contentos y tenemos muchas expectativas”.
“Se promueve la elaboración de biofertilizantes a partir de desechos intra y extraprediales.”
Myriam Barrionuevo, profesional del IPAF Patagonia.
Los invernaderos son estructuras que permiten cultivar en ámbitos cerrados en el que las condiciones se mantienen casi inalterables durante el día: las temperaturas son elevadas, la humedad es alta y no se registra circulación de aire. Los cultivos bajo cubierta son más tiernos y limpios por estar menos expuestos al viento y otras condiciones ambientales adversas; lo que redunda en una mejor calidad, con menor desperdicio de hojas y frutos quemados, rameados o deshidratados.
Según Karina Zon –profesional del INTA Río Colorado– la producción bajo cubierta permitirá mejorar la oferta de bolsones semanales de verdura por aumento en calidad, cantidad y diversidad de especies ofrecidas, a la vez poder mantener esta oferta a lo largo del año.
En términos sociales y organizativos, Zon destacó otras ventajas de este proyecto como la posibilidad de realizar trabajos conjuntos, compartir herramientas, equipos de aplicación, y la bomba de riego. “La organización y el trabajo colectivo hacen posible la incorporación de tecnología para la producción familiar, reducir trabajo, abaratar costos y mejorar la calidad de vida de las familias”, señaló y ejemplificó: “La cooperativa elabora fertilizantes orgánicos (té de bocachi o compost) que se aplican mediante fertirriego. Antes los aplicaban con mochilas de 20 kilos cargadas en sus espaldas mientras caminaban por los bordos. Ahora, comparten el mismo predio y tienen la posibilidad de usar el equipo “Venturi”, artefacto que succiona el té de un tanque y lo incorpora directamente al agua de riego que se distribuye mediante la cinta de goteo a cada planta”.
Myriam Barrionuevo –profesional del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar Región Patagonia (IPAF Patagonia) – trabaja con la cooperativa en talleres de producción artesanal de bioprerados para control sanitario y fertilidad del suelo. En este proyecto se caracterizaron física, química y biológicamente las enmiendas orgánicas y las soluciones nutritivas (“té”) producidas a partir de ellas y su efecto sobre los cultivos.
“Se promueve la elaboración de biofertilizantes a partir de desechos intra y extraprediales como subproductos ganaderos y agroindustriales, con el objetivo de reducir el consumo de insumos externos”, aseguró Barrionuevo, y explicó: “Por un lado, se incrementa el contenido de materia orgánica, microorganismos y minerales, aumentando la diversidad de vida en el suelo y su fertilidad actual y, al mismo tiempo, se reduce la erosión y la contaminación del agua”.
“La organización y el trabajo colectivo hacen posible la incorporación de tecnología para la producción familiar.”
Karina Zon, profesional del INTA Río Colorado.
Por otra parte, el INTA trabaja desde hace 5 años con las familias productoras mediante la asistencia técnica, tanto en aspectos productivos como en términos organizativos para la formalización del grupo como cooperativa. Durante este proceso, se identificó que la cooperativa cuenta con un gran número de integrantes mujeres que tiene dificultades para acceder a créditos y tomar decisiones vinculadas a la gestión de las tareas productivas.
Por esa razón se realizaron talleres de género para reflexionar con todos los integrantes sobre esta problemática y se gestionó un fondo rotatorio que permite acceder a financiamiento en forma de crédito para los miembros de esta organización.
“La implementación de un fondo rotatorio para la cooperativa permite darles prioridad a las mujeres y fomenta el involucramiento de ellas a las actividades de gestión de la tarea productiva”, reflexionó Karina Zon.