Una ambición desesperada de pertenecer al club más exclusivo de Palm Beach, el famoso reducto de millonarios y celebridades, revela el funcionamiento de las leyes sociales que operan en forma tácita, pero inquebrantable
Una joven bonita trepa y salta por encima de una pared, atraviesa un cerco bien cuidado y entra en un jardín de ensueño: es el parque del Palm Royale, el club más exclusivo de Palm Beach. Ahora camina muy segura de sí misma y se acomoda en una de las reposeras que rodean la inmensa piscina.
Un camarero le ofrece un cóctel con gesto elegante y ella acepta de buen grado. Ahí comete su primer error: pregunta si tiene que firmar alguna cosa. “No, para nada”, sonríe el camarero.
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Cerca de ella, cinco mujeres conversan y beben en torno de una mesa. Son prácticamente las dueñas del lugar, las más ricas y respetadas figuras del club, las socias más influyentes que manejan todo el movimiento social de la ciudad, los ascensos y las caídas.
Maxine, la trepadora de la pared, está atenta a la conversación de las mujeres y hace un patético intento de participar. Se acerca a la mesa, habla hasta por los codos, sonríe hasta que le duele la cara, pero no la invitan a sentarse con ellas, ni siquiera le responden. La tratan como si fuera un inoportuno vendedor de chucherías. Poco después el elegante camarero acompaña al gerente del club quien, amablemente pero firme, la invita a retirarse.
La chica está desesperada por “pertenecer”, miente, roba, se entromete y parece inmune al desprecio manifiesto que recibe en cada intento. Es la tonta proverbial sin escrúpulos y no pierde ninguna oportunidad de equivocarse. Y, a medida que avanza la historia, aparece una rara incongruencia: Maxine es la nuera de Norma, la mujer más rica y poderosa de toda esa comunidad; está en coma, postrada en la cama por una embolia.
Son sus ropas las que usa Maxine y sus joyas las que empeña para sobrevivir. Lo único que no hace, lo que le abriría de par en par las puertas de ese club exclusivo, es decir su apellido.
Por supuesto hay un motivo para ello: Norma, la mujer postrada, odia a su nuera, ya veremos por qué. Pero esto convierte toda la situación en una especie de disparate, presentado con la clase de humor sin sutilezas que últimamente está de moda en las comedias.
Sin embargo, es difícil resistirse a ese elenco: Carol Burnett, Ricky Martin, Allison Janney, Laura Dern y Josh Lucas. Maxine es Kristen Wiig, también productora ejecutiva.
El año es 1969: se nota en los peinados y en las discusiones sobre la segunda ola del feminismo. Laura Dern pertenece a una de esas familias, pero ahora intenta rescatar su identidad como mujer. En AppleTV.