sábado, 27 julio, 2024

El pescador y su amigo el cormorán en Puerto Madryn: Nada más lindo que pescar con compañía

Postal de otoño en una playa del centro de Puerto Madryn: el cormorán cerca del pescador, muy atento a lo que sacaba y a la carnada. Foto: Fotero Patagónico.

Como fotógrafo acostumbrado a captar la belleza del lugar que eligió para vivir, Luis Pereyra sabe que el otoño es una invitación a perderse en la magia de Puerto Madryn, la ciudad que brilla en la costa de Chubut. Y en los últimos días, captó dos imágenes de esas que deleitan a sus seguidores en las redes, que lo encuentran como Fotero Patagónico.


La primera, mientras se tomaba un cafecito en un parador, observó como un pescador era seguido de cerca por un cormorán, esa ave acuática que captura peces zambulléndose bajo el agua.

Pero este ejemplar se quedaba en la arena y no solo no se asustaba sino que acechaba lo que sacaba el hombre del mar y también la carnada.

Así pasaron un buen rato, porque el pescador no lo espantaba, más bien lo mantenía a raya con cuidado.


Enseguida eran varios los que se quedaron mirando a la dupla. “Pescar con compañía no tiene precio”:: así definió Luis a una de las mágicas postales que ofrecen las caminatas por este paraíso del sur.

Después registró nada menos que las piruetas de las ballenas francas australes, las adelantadas que ya empiezan a llegar al Golfo Nuevo y que tanto seducen a locales y visitantes que viajan para verlas.

Aunque para hacerlo desde embarcaciones hay que esperar a que empiece la temporada el 1 de junio, desde la playa se puede intentar observarlas, ya que por la abrupta pendiente se las puede ver desde la orilla en el Área Natural Protegida El Doradillo.


Las primeras playas están a 15 km de Puerto Madryn, pero por los trabajos de pavimentación hay que dar un rodeo de unos 50 km para llegar.

La pirueta inolvidable

La semana que pasó dejó otra escena inolvidable. Ocurrió cuando un grupo de amigos cordobeses volvían de hacer snorkeling en Punta Norte. Regresaban maravillados con el agua cristalina, los lobos marinos, la visión perfecta de las profundidades del Atlántico. Estarían a unos cinco km al sur de Puerto Madryn y a un km de la costa en Punta Este cuando uno de ellos divisó una mole negra que se movía en el horizonte. Segundos después, supieron que era una ballena. Al comando del bote como guía de la excursión, Raúl no paraba de reírse con la tonada y las frases. “Para esta época ver saltos así es muy lindo, se va palpitando la temporada de ballenas. Yo todavía no las había visto este año. Hace unos días desde una la lancha sí habían visto una. En nuestro caso, en el bote nos emocionó a todos cuando apareció. ¿La verdad? No había muchas chances de que pasara. Tuvieron mucha suerte los cordobeses. Estaba enloquecidos”, cuenta.


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