San Buenaventura fue un teólogo, filósofo y religioso franciscano italiano del siglo XIII. Nació en 1217 en Bagnorea, Italia, y fue conocido por su profunda erudición y su devoción a la fe católica.
San Buenaventura ingresó a la Orden Franciscana en su juventud y estudió en la Universidad de París, donde se convirtió en discípulo de Santo Tomás de Aquino. Fue conocido por su habilidad para reconciliar la fe con la razón y por su defensa de la teología franciscana.
Historia de San Buenaventura
Como franciscano, San Buenaventura ocupó varios cargos importantes en la Orden, incluyendo el de ministro general. Fue un influyente líder espiritual y escribió extensamente sobre teología y mística. Sus obras más famosas incluyen ‘La Mente Iluminada’, ‘La Reducción de las Artes a la Teología’ y ‘Las Seis Alas del Serafín’.
San Buenaventura fue nombrado cardenal por el Papa Gregorio X en 1273, pero falleció ese mismo año en Lyon, Francia. Fue canonizado por el Papa Sixto IV en 1482 y es venerado como uno de los grandes doctores de la Iglesia.
La festividad de San Buenaventura se celebra el 15 de julio en el calendario litúrgico católico, recordando su vida santa y su contribución a la teología y la espiritualidad cristianas.
Oración infalible para San Buenaventura
Traspasa, dulcísimo Jesús y Señor mío,
la médula de mi alma con el suave y saludabilísimo dardo de tu amor;
con la verdadera, pura y santísima caridad apostólica,
a fin de que mi alma desfallezca y se derrita siempre
sólo en amarte y en deseo de poseerte:
que por Ti suspire, y desfallezca por hallarse en los atrios de tu Casa;
anhele ser desligada del cuerpo para unirse contigo.
Haz que mi alma tenga hambre de Ti, Pan de los Ángeles,
alimento de las almas santas, Pan nuestro de cada día, lleno de fuerza,
de toda dulzura y sabor, y de todo suave deleite.
Oh Jesús, ¿en quién se desean mirar a los Ángeles?
Tenga siempre mi corazón hambre de Ti,
y el interior de mi alma rebose con la dulzura de tu sabor;
ten siempre sed de Ti, fuente de vida, manantial de sabiduría y de ciencia,
río de luz eterna, torrente de delicias,
abundancia de la Casa de Dios: que te desees,
te busque, te halle; que a Ti vaya ya Ti llegue;
En Ti piensa, de Ti hable, y todas mis acciones
encaminan a honra y gloria de tu nombre,
con humildad y discreción, con amor y deleite,
con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin:
para que Tú sólo seas siempre mi esperanza.
Toda mi confianza, mi riqueza, mi deleite, mi contento,
mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi suavidad,
mi perfume, mi dulzura, mi comida, mi alimento, mi refugio,
mi auxilio, mi sabiduría, mi herencia, mi posesión, mi tesoro,
en el cual esté siempre fija y firme e inconmoviblemente
arraigada mi alma y mi corazón.
Amén.