martes, 3 diciembre, 2024

Llega la ópera de Verdi que sobrevivió la censura y que ahora cierra la temporada lírica del Teatro Colón

Rita Cosentino está a cargo de la dirección escénica de Un ballo in maschera, de Giuseppe Verdi, obra que cerrará la temporada lírica 2024 del Teatro Colón. “Es una ópera bastante particular de Verdi, musicalmente brillante, con momentos excepcionales. Y es una obra muy grande, que lo tiene todo, porque es intimista, por un lado, y es una obra coral, por otro. Y tiene grandes contrastes: es un drama con tintes políticos, mezclado con un drama íntimo”, dice.

En su camarín del teatro, la directora conversa sobre los grandes momentos de una ópera que pasó por la censura. La obra en tres actos, con libreto de Antonio Somma, fue escrita entre 1857 y 1858, y el argumento original estaba basado en un hecho histórico: el asesinato del rey Gustavo III de Suecia durante un baile de máscaras en 1792.

teatro Colón RITA COSENTINO fotos Ariel Grinberg – FTP CLARIN _ARI2073.JPG Z AGrinberg

Con la intervención de la censura de su época, la trama fue trasladada a Boston en la época colonial, con personajes y contexto modificados: el personaje del rey fue reemplazado por el gobernador Riccardo, que se ve atrapado entre su deber político y su amor por Amelia, esposa de su fiel amigo y consejero Renato. El conflicto culmina en un trágico desenlace durante un fastuoso baile de máscaras, donde Renato, impulsado por celos y conspiraciones, asesina a Riccardo.

“No fue la única obra de Verdi que pasó por la censura”, dice Cosentino. Y agrega: “Fue un hombre comprometido con su época, y en pleno Risorgimento -la tortuosa unificación de Italia- fue un actor de primera línea. No había ingenuidad en la elección de todos, o casi todos, los argumentos que elegía. Con esta obra, la censura detuvo prácticamente el estreno. Le pidieron a Verdi cambiar casi toda la obra. Por toda esa una serie de exigencias, que Verdi no aceptó, entró en juicio con el Teatro di San Carlo, en Nápoles. El estrenó se postergó un año y se hizo en Roma”.

-¿Qué cambios exigió la censura?

-Desde el título hasta la trama, no podía suceder un asesinato sobre el escenario, y menos de un monarca. La atracción con la mujer de su mejor amigo tampoco podía ser porque era adulterio. Y todos los personajes tenían que cambiar de nombre, excepto Oscar.

-Oscar es un personaje bastante particular porque es el único travestido que escribió Verdi. ¿Qué creés que quiso hacer?

-Sí, es un personaje bastante curioso. Creo que Verdi lo que quiso hacer es traer un poco el legado de la ópera francesa porque sus melodías introducen otra cosa, una cierta ligereza. El personaje tiene algo la opéra-comique y, al mismo tiempo, trae como nuevas ideas el personaje, rompe un poco todo lo que es la tragedia. Y también introduce la diversión.

-Con las exigencias de la censura, ¿creés que el argumento que sobrevivió logra ser tan convincente como el original?

-El argumento original, y también la biografía de los personajes originales, quedó tocado y a mitad de camino: se le quitó a la conspiración, que es una de las temáticas importantes de la obra, el carácter político. Eso era lo que reclamaba la censura, entonces los conflictos pasaron a ser conflictos personales y la historia de amor pasó a primer plano. Estamos frente a un magnicidio, que no es una empresa pequeña que se puede tapar con un romance. Y para llevarlo a cabo no se sostiene sólo con los conflictos personales.

La puesta en el Colón

-¿En tu puesta llevás el magnicidio a un primer plano?

-Desde mi visión, la columna vertebral de la obra es la conspiración, y desde allí se atraviesan el resto de las circunstancias y situaciones que se van tejiendo hasta la catástrofe final. Y también pongo un poco el foco en un personaje que aparece en algunas puestas pero no se nombra, y le da como un toque doméstico a la obra.

Rita Cosentino en el teatro Colón. Foto: Ariel Grinberg

-¿Te referís al niño, el hijo de Amelia y Renato?

-Sí. El niño que termina siendo como una especie de elemento extorsivo entre Renato y Amelia, un matrimonio que ya está acabado hace mucho tiempo. El niño, de alguna manera, refleja también las tensiones que suceden en ese ámbito. El personaje, los hijos del poder, trae la mirada de un niño frente a todo ese mundo adulto de máscaras, que cubren la miseria, las relaciones humanas que van tejiendo toda esta historia hacia ese final que no puede ser otro más que trágico.

-¿Cómo trabajás y ponés a jugar en tu puesta las máscaras, un elemento que es tan importante simbólicamente en la obra?

-Las máscaras como objeto físico aparecen por supuesto al final. Pero hay una escena al comienzo, justamente con el niño, que aparece jugando con una máscara. Y anticipa de alguna manera lo que sucederá finalmente en la obra. El tema de la máscara, en realidad, también tiene que ver con que todos, o casi todos, los personajes durante toda la obra ocultan cosas. Porque en la trama hay una conspiración de principio a fin que atraviesa la obra. Todas esas ocultaciones y la hipocresía de ese mundo de poder son las máscaras.

-¿Dónde situás temporalmente la obra?

-A comienzos del siglo XX. Por el tema de la censura, la obra se trasladó a territorio americano. Como bien sabemos, allá hubo muchos magnicidios, algunos muy famosos, y otros no tanto, como, por ejemplo, el de William McKinley, en 1901. Fue un presidente americano que pasó casi sin pena ni gloria, opacado por el siguiente presidente que fue Theodore Roosevelt. El magnicidio de McKinley, por el contexto, conflictos y tensiones políticas, encaja un poco en este argumento.

Rita Cosentino en el teatro Colón. Foto Ariel Grinberg

-El personaje de Ulrica, una adivina del poder, trae un elemento irracional en la trama. La política y los oráculos se han entrelazado en distintos momentos de la historia, incluso en la actualidad.

-Estamos volviendo a unas épocas donde las teorías conspiranoicas, y la desconfianza, que va detrás del pensamiento paranoico, trae ese margen vinculado con lo no racional. Creo que Verdi puso un elemento no racional, pero que tiene valor de verdad. Es lo que está pasando ahora.

Los pronósticos de Ulrica tienen valor de verdad y pasan a ser creíbles. La escena es muy curiosa porque el mismo Verdi desmiente esa credibilidad. Cuando Ulrica le adivina a un oficial raso que va a tener oro y lo van a ascender, Riccardo, que está ahí escuchando, dice que eso no puede ser mentira y hay que hacerlo verdad; entonces, le pone dinero en el bolsillo al oficial sin que lo note. Es una escena muy importante.

-Ulrica aparece en el libreto como una bruja o adivina que está en una cueva. ¿Quién representaría en el contexto del siglo XX ?

-A partir de 1850 aproximadamente apareció en Estados Unidos el movimiento espiritista. Se extendió rápidamente en todo Estados Unidos y en Europa, y terminó siendo en algunos sitios un movimiento con tintes políticos. En esta puesta, Ulrica va a ser una especie de médium, también adivina cosas en sesiones espiritistas en su salón, donde acude Riccardo con todos sus compañeros.

El espiritismo tuvo millones de adeptos, pero a medida que fue avanzando la ciencia, se fue desestimando. En la Casa Blanca hubo sesiones espiritistas desde Lincoln hasta entrado el siglo XX y acudía todo tipo de personas. Por eso me pareció que era un salón de sesión espiritista era un ámbito propicio que coincidía con lo que representa Ulrica dentro de la obra.

-Riccardo es algo atípico como mandatario porque no se manifiesta paranoico, ni aun cuando le anuncian que hay una conspiración para matarlo.

-Sí, es curioso. Todo el tiempo es muy racional, no cree en nada y desafía todo el tiempo: “A mi no me va a pasar nada”. Desmiente a Ulrica en su predicción y desafía “el destino”. Renato tiene los nombres de los conspiradores y él dice no quiere saber. Es un hombre de poder que va para adelante manejando los entresijos del poder, pero llevando adelante su ideología, sus formas, y es lo que hace que se genere la conspiración.

Algunos conspiradores manifiestan que tuvieron problemas económicos, fueron traicionados económicamente, a otro la mató un hermano, Riccardo es un señor que manda a matar gente también.

-¿Por dónde pasa la actualidad de la obra?

-En el mundo actual estamos rodeados de imágenes de mandatarios aislados, solitarios, como Riccardo. Putin, por ejemplo, y su manera verticalista de ejercer el poder, mandatarios como él tienen todo un aparato alrededor que los sostiene, pero están muy solos y sólo ellos toman las decisiones. El mundo parece que va hacia ese modelo, figuras muy potentes que concentran todo el poder, por eso la democracia está tambaleándose.

Ficha

Un Ballo in Maschera

Música de Giuseppe Verdi, con libreto en italiano de Antonio Somma, basado en el libreto de Eugène Scribe para Daniel Auber, Gustave III, ou Le Bal masqué

Dirección musical: Beatrice Venezi

Dirección de escena y coreografía: Rita Cosentino

Escenografía: Enrique Bordolini

Nueva producción: Teatro Colón

Orquesta Estable del Teatro Colón y Coro Estable del Teatro Colón

Director: Miguel Martinez

Elenco: Riccardo, Ramón Vargas/Gastón Oliveira Wekesser; Amelia, Alessandra di Giorgio/Maria Belén Rivarola; Renato, Germán Enrique Alcántara/Leonardo López Linares; Ulrika, Guadalupe Barrientos/María Luján Mirabelli; Oscar, Oriana Favaro/Costanza Díaz Falú; Silvano Cristian De Marco/Sergio Wamba; Juez, Juan Cueto; Sirviente, Diego Bento.

Sala: Teatro Colón

Funciones: 28 y 29 de noviembre a las 20; 1 de diciembre a las 17; 3, 4 y 5 de diciembre a las 20.

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