jueves, 24 abril, 2025

El sacerdote argentino que hablaba cada noche con el Papa Francisco reveló su último pedido

En medio del dolor por la muerte del Papa Francisco, el sacerdote argentino Gabriel Romanelli, párroco de la única iglesia católica en Gaza, compartió con Radio Continental Córdoba los conmovedores detalles del último contacto del pontífice con la comunidad de refugiados, apenas dos días antes de su fallecimiento. “Me pidió que cuidara a niños, ancianos y enfermos”.

En la penumbra de una Gaza devastada, donde el estruendo de los bombardeos se mezcla con el silencio de lo perdido, una voz seguía llegando cada noche como un faro en la tormenta. Era la del Papa Francisco, cada día, todos los días.

Incesante paso de los fieles en la despedida al Papa Francisco en la Basílica de San Pedro

Desde el inicio de la guerra en la Franja de Gaza, Francisco mantuvo una rutina inquebrantable: a las 20:00 horas, llamaba por WhatsApp a la iglesia de la Sagrada Familia, donde se refugian 500 personas, en su mayoría cristianas. «Era un parroquiano más para nosotros», afirmó Romanelli, emocionado. Incluso desde el hospital, el Papa no interrumpió ese gesto de cercanía.

El último llamado llegó el sábado 19 de abril, horas antes de la Vigilia Pascual. Fue breve pero significativo: «Rezaba por nosotros, nos agradeció nuestras oraciones y nos dio su bendición», relató el sacerdote. Esa noche, la comunidad estaba reunida en oración cuando recibió la voz del pontífice por última vez.

Gaza, lugar inimaginable

Romanelli describió la crudeza de la guerra: bombardeos diarios, escasez de agua, alimentos y medicinas, y una población civil atrapada. «Cada explosión se lleva vidas y hogares. La vida aquí es inimaginable«, dijo. La parroquia, sin embargo, se convirtió en un oasis de resistencia: clínicas móviles, escuelas improvisadas y hasta partidos de fútbol para los niños intentan mantener la normalidad.

El Papa, recordó, le insistía: «Protegé a los niños, a los ancianos, a los enfermos». Un mandato que Romanelli y las monjas de Teresa de Calcuta cumplen a pesar del riesgo. Antes de la guerra, Gaza albergaba a 1.017 cristianos; hoy, 49 han muerto -20 por bombardeos-, reduciendo la comunidad en un 5%.

La fe que persiste

Para los gazatíes, la muerte de Francisco en Pascua fue «un signo de benevolencia». «Los musulmanes también lloran. Dicen: Perdimos a papá«, contó el sacerdote en el programa Última Pregunta. Destacó que el pontífice evitó bandos políticos, pero no dudó en denunciar injusticias y exigir ayuda humanitaria.

Sobre el futuro, Romanelli confía en la «fe de hierro» de los cristianos de Oriente Medio y elige la esperanza. Y aunque evita especular sobre el próximo Papa, alaba al patriarca de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa: «Sería una bendición. Es un hombre de Dios, prudente y sabio».

Cada noche a las ocho, el teléfono ya no suena, pero los niños siguen jugando, las monjas siguen sirviendo y la fe sigue encendida como la última vela en la oscuridad.

Foto: Reuters.

Transcripción de la entrevista en el programa Última Pregunta, por Radio Continental Córdoba:

– ¿Cómo está atravesando estos días de profundo dolor para la Iglesia Católica, incluso para muchos no creyentes y no cristianos?

– Padre Gabriel Romanelli: Son días difíciles para la comunidad cristiana de aquí, ya que el Santo Padre pasó a ser un feligrés más, un parroquiano más. Desde el principio de esta terrible guerra, llamó todos los días, muy rara la vez que no ha llamado. Era para manifestar su cercanía y para agradecernos todo el bien que tratamos de hacer para todos. Esto incluye no solamente a los alrededor de 500 refugiados que tenemos con nosotros aquí en la capilla, sino también para miles de familias del barrio, civiles musulmanes que viven en esta parte de la ciudad. Digamos, es un gran dolor porque, religiosamente, a las 8 de la noche, hora de aquí de Gaza, llamaba el Papa. Pero al mismo tiempo, la gente está agradecida y dice: «Bueno, ha muerto en Pascua, ha muerto el día después de resurrección». Lo ven como un signo de benevolencia divina.

– ¿Cómo fue ese último contacto? ¿Qué le dijo particularmente? ¿Qué le sugirió? ¿Él presentía que estaba atravesando sus últimos días?

– PGR: La verdad que no sé si él presentía algo. Fue una llamada muy breve. Llamó al teléfono del padre Yousef (NdeR: padre egipcio Yousef Assad), que es el vicario también de mi misma congregación, el Verbo Encarnado. Somos misioneros católicos aquí en esta iglesia hace varios años. Yo estaba en la iglesia rezando el Rosario con la gente antes de la misa de vigilia. El padre Yousef le mandó un mensajito al Santo Padre diciendo que a las 20 íbamos a estar en la iglesia y teníamos una oración larga. Entonces el Papa anticipó el llamado y lo llamó. Así que la gente estaba en la puerta de la iglesia; el que estaba dentro salió para escuchar el llamado. Esta vez no fue videollamada, fue un llamado muy simple, muy breve. Habrán sido un par de minutos. Dijo que rezaba por nosotros, nos agradeció nuestras oraciones, nos dio ánimo y nos dio su bendición. También lo pudo saludar una de las hermanas, María Maravilla de Jesús, y la gente que estábamos ahí alrededor. Ese fue el último llamado. Para mí fue toda una sorpresa cuando el lunes a la mañana recibimos la noticia que había fallecido. Habíamos ido a saludar a la comunidad greco ortodoxa. En Gaza somos muy pocos los católicos. Ya éramos pocos antes de la guerra, ahora somos menos. En total, no llegamos a 700 personas en medio de 2 millones 300 mil habitantes. Habíamos ido a saludar al obispo greco ortodoxo, que es vecino nuestro, y gracias a ellos recibimos la noticia, ya que nosotros no teníamos internet. Ellos nos dijeron que acababan de avisar que falleció el Papa Francisco. Ellos mismos manifestaron sus condolencias, los vecinos musulmanes, el resto de la comunidad católica. Han dicho: «Nosotros perdemos no solamente al Papa, sino el papá». Todos estábamos muy dolidos, pero al mismo tiempo muy agradecidos por lo que él hizo al llamar y apoyar siempre la causa de la paz, de la justicia, hasta último momento.

– ¿En Gaza sentían que el Papa apoyaba la causa palestina?

PGR: Él ayudaba y apoya a cualquier ser humano sin ninguna identificación política. Él llamaba acá como pastor de la iglesia. Varias veces me dijo: «Protegé a los niños, a los ancianos, a los enfermos». La cuestión política queda fuera de lo que es mi radio de entendimiento.

– ¿Cómo están atravesando estos días en su parroquia, padre?

PGR: Bueno, son momentos muy difíciles porque la guerra, desgraciadamente, sigue, continúa. Los bombardeos siguen y cada bombardeo se lleva vidas, se llevan casas, infraestructura. La vida acá, como el mismo Papa usó la expresión hace un tiempo, es inimaginable. Nosotros estamos relativamente bien en esta parte del barrio tratando de ayudar, como digo, a miles de familias de civiles musulmanes que viven en esta parte de la ciudad que se llama barrio del Seitú. Tratamos de hacer el bien que podamos con los dispensarios, con las clínicas móviles. Aunque cada vez faltan más recursos porque las fronteras están totalmente cerradas. Damos clases a los niños y los jóvenes refugiados. Tratamos de que la vida sea lo más normal posible dentro de la anormalidad de la guerra, de la tragedia.

– El Papa pidió que los curas sean pastores con olor a oveja, colaborando con los vulnerables. ¿Usted, padre Gabriel, siente que está representando esa palabra y ese pedido especial de Francisco?

PGR: No sé, espero que sí, pero eso bueno, lo dirá la historia, lo dirán las ovejas mismas. Yo hago lo que buenamente puedo hacer junto con los otros padres y las otras hermanas. Por gracia de Dios, hace 30 años que estoy en Medio Oriente. He tenido misiones en toda esta zona: en Palestina, en Israel, en Jordán y Egipto. Siempre he tratado de estar cerca del que lo necesita, de rezar por todos, y de hacer el bien, dando testimonio de mi fe con las palabras y con las obras, sobre todo.

– Con la partida de Francisco, ¿la paz en el mundo está cada vez más lejos o hay alguna luz de esperanza?

PGR: En cuanto a la esperanza en los seres humanos, sí, a veces está, a veces menos, es falible. Al Papa se le ha quedado seca la garganta de pedir, de implorar por la paz. Lo último fue el domingo de Pascua en la bendición Urbi et Orbi. Pidió justamente que cese la guerra, que termine esta guerra para el bien, para la paz de todos, palestinos, israelíes, con la liberación de los rehenes y el permiso de entrada de ayuda humanitaria consistente. Créanme que hace falta de todo. Cuando digo de todo es de todo, desde un vaso de agua, desde el vaso hasta el agua y el agua para purificarla también. Las fronteras están totalmente cerradas. Las grandes panaderías estuvieron cerradas y van a tratar de abrir, pero si no reciben recursos de afuera, porque no es que hay plantaciones, que hay gas, que hay electricidad, no pueden operar.

– El próximo Papa, ¿tiene que seguir la conducción de Francisco, quien se plantaba ante las injusticias, o debe ser un Papa más moderado?

PGR: El Espíritu Santo es el que guía la Iglesia. La personalidad de los papas es distinta con sus virtudes, con sus limitaciones. Todos los últimos papas, si uno piensa en Pablo VI, en Juan Pablo II, en Benedicto XVI, en el mismo Papa Francisco, todos han tratado justamente de defender la paz, la justicia. Y la justicia es justicia para todos, porque si no, no sería justicia. Se basa en la dignidad de la persona humana, de cada persona humana, sin importar si es creyente o no, si es cristiano, católico, ortodoxo, protestante, si es judío, si es musulmán, incluso si no tiene ninguna religión. Para nosotros, estamos convencidos de la dignidad de cada ser humano. Y eso es lo que nos mueve, el hecho de tratar de ver en cada ser humano, como lo veía el Papa Francisco. Y eso es lo que él mismo nos alentaba y nos agradecía. Los sembradores de paz están en todo el mundo, haciendo el bien pero no están las luces puestas sobre ellos.

– Padre, ¿tiene relación con el obispo de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa?, ¿lo ve papable, con la posibilidad de ser elegido? ¿Qué opinión tiene al respecto?

PGR: Creo que sería una bendición. Es nuestro obispo, el patriarca latino de Jerusalén. Es la máxima autoridad para Palestina, Israel, Jordania y Chipre. Él es un gran amigo, es una gran persona, es un gran hombre. Conoce la comunidad cristiana de Gaza, la conoce personalmente, ha venido muchas veces, incluso durante la guerra ha podido visitarnos dos veces.

– ¿Puede ser un salvoconducto para la paz en la región?

PGR: No sé, no sé. La verdad que no soy profeta ni hijo de profeta. Él es una buena persona, es un hombre de Dios. Es también muy prudente, muy sabio, muy fuerte en sus apreciaciones, muy equilibrado, tiene muchas virtudes. Si ese es el hombre indicado por Dios para regir la Iglesia, no sé. A nosotros es un bien enorme tenerlo en la iglesia de Jerusalén como pastor de esta iglesia. Verdaderamente es una persona fuera de serie.

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