Hubo un alto nivel de fricción en el hemiciclo legislativo el miércoles pasado. El arranque del plenario fue tortuoso y la situación se desmadró debido a los pronunciamientos de la oposición respecto al fallo de la Corte Suprema ratificando la condena a Cristina Kirchner. El juecismo pegó el portazo y se retiró.
Los radicales Alejandra Ferrero y Matías Gvozdenovich, y el mileista Gregorio Hernández Maqueda lanzaron munición pesada contra los peronistas, mientras desde la bancada oficialista, que no hablaron, les dedicaron burlas y ácidos comentarios fuera de micrófono.
En medio del fragor de la batalla discursiva, el jefe de la bancada del PJ, Miguel Siciliano, les acercó a los legisladores radicales unas bananas. Fue una forma de demostrar su crítica al tildarlos de “gorilones” por el embate al peronismo.
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Fue una devolución de gentileza recargada de la espada llaryorista a los halcones de la bancada UCR. Cabe recordar que, tiempo atrás, cuando se desató el “caso Kraisman”, Gvozdenovich le regaló a Siciliano un paquete de bondiola. La chicana fue por la detención del dirigente peronista acusado de robar en un súper un blíster de bondiola, jamón crudo, un pote de mermelada y una cereza. Después se le agravó la situación judicial por la causa de la “empleada fantasma”.
Tamis, “el Pichetto” en la Unicameral
La última sesión de la Legislatura el peronismo hizo “silenzio stampa” al no pronunciarse respecto de la condena confirmada por la Corte Suprema a Cristina Kirchner. La bancada radical referenciada en Rodrigo de Loredo lanzó duras críticas contra la “corrupción K” y el poder llaryorista. “Son lo mismo”, lanzaron los deloredistas.
El PJ fue muy hábil al punto tal de manipular la situación y lograr dar vuelta la ecuación a su favor. Hizo silencio en el recinto y se ‘tomó todo a la chacota’. Hasta bardeó a los radicales y se dedicó a burlarse y enviar dardos envenenados fuera de micrófono.
La vicegobernadora aportó su “tolerancia cero” con los radicales, pero fue laxa con el accionar oficialista. De ahí vino la bronca radical contra la aliada de Llayora que se plasmó en una cuestión de privilegio que materializó el legislador boina blanca Miguel Nicolás. Fue tal el descontrol y el nivel chabacano de la discusión que, al momento de hacer uso de la palabra, el amarillo Oscar Tamis puso un manto de piedad y bajó a tierra. Su discurso fue una abierta crítica a los integrantes del cuerpo por lo vivido. Un legislador de otro palo lo calificó “el Pichetto del Congreso”.
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“Hoy me da un poco de vergüenza todo lo vivido. No sé si lo vamos a corregir o no, pero todos deberíamos hacer un esfuerzo para que esto no sea esa puesta en escena pobre que damos a los cordobeses cada vez que nos reunimos”, sentenció el titular del bloque PRO.
Repercusiones por la “Banca 71”
El bloque de la UCR impulsa un proyecto de resolución para garantizar la accesibilidad plena en la sede legislativa, con adecuaciones edilicias que eliminen barreras físicas y promuevan la inclusión real. El pronunciamiento radical apunta a la situación de los últimos diez días que atraviesa la legisladora Ariela Szpanin en el edificio de la Unicameral y que se patentizó en la seguidilla de las últimas dos sesiones en el recinto que carece de accesibilidad.
La parlamentaria sufrió la fractura de peroné en su pierna derecha. Se moviliza con muletas, aunque en su desplazamiento en la Legislatura utiliza una silla de ruedas. Por los obstáculos estructurales y circunstanciales del hemiciclo, a la radical se le improvisó la “banca 71” en el nivel 0.
Ante su propuesta, la legisladora Inés Contrera (UCR) argumentó que “la accesibilidad no es un privilegio sino un derecho humano básico, respaldado por leyes nacionales y provinciales vigentes como la Ley ‘Córdoba Inclusiva’ y es, mínimamente llamativo, que la casa de las leyes no las respete”.