El «efecto motosierra» se hizo sentir en julio, cuando el gobierno logró revertir el deterioro fiscal que había sufrido el mes previo. Así lo señala el informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), donde se registra un superávit primario de $3 billones y también un superávit financiero -es decir, contando el pago de intereses de la deuda- por $2,8 billones.
En cambio, en junio había dado un saldo en rojo, por el efecto de una caída en los ingresos que superó a la de los gastos. Como aplican diferentes metodologías de medición y, además, la OPC sólo mide las cuentas de la administración central, hubo en junio una divergencia con el resultado que informó la secretaría de Hacienda, que arrojó un superávit.
Esto llevó a que se generase una polémica respecto de cómo deben contabilizarse los intereses que se van acumulando pero que no se pagan mes a mes sino que se capitalizan hasta pagarse al momento del vencimiento de las nuevas letras del Tesoro.
Como el reporte aplica el criterio «base devengado» y no «base caja» -es decir, sobre los gastos hechos pero no necesariamente ya pagados-, puede haber divergencias con el informe oficial del gobierno, que se dará a conocer en dos semanas. De todas formas, los datos de la OPC suelen considerarse un predictor sobre cambios de tendencia en materia fiscal.
Y es por eso que, justo en un momento en el que el Javier Milei denuncia una serie de amenazas contra su objetivo de superávit fiscal, por el impulso opositor a leyes que incrementan el gasto, los datos de julio ofrecen un respiro.
Los números son contundentes sobre el efecto de la «motosierra» sobre el gasto público: en la comparación interanual, hubo una caída de 10,1%. Los ingresos tributarios, en tanto, ya empiezan a convertirse oficialmente en un motivo de preocupación, con una caída real de 1,5% respecto de hace un año.
Resulta particularmente preocupante la variación negativa del IVA, el impuesto vinculado de manera más directa al nivel de actividad comercial e industrial: tuvo una variación negativa real de 7,5% en el ingreso de la administración.
La motosierra, más afilada
En cambio, el recorte del gasto contrasta con lo que había ocurrido en junio, cuando la variación interanual mostraba una suba de 8,9%. No había sido del todo una sorpresa dado que, por el efecto aguinaldo, suele ser un mes estacionalmente complicado para las arcas públicas.
Pero en julio el panorama cambió, sobre todo por el recorte en los subsidios, un rubro que representa un 10% del presupuesto total. Se hizo sentir en particular el aumento tarifario de la energía, lo cual se reflejó en una caída interanual de 26,5% en el gasto para ese renglón.
Otro descenso marcado fue el de gasto del personal -que también representa un 10% del presupuesto-, donde se verificó una caída de las erogaciones por 9,6%. Es uno de los rubros de mayor sensibilidad política, sobre todo en un contexto electoral, en el que los gremios de empleados públicos exacerban su reclamo por recomposición salarial.
De hecho se acaba de firmar un acuerdo paritario con los sindicatos estatales que implica ajustes salariales que arrancan en un 1,3% retroactivo a junio, hasta llegar a un 1,1% en noviembre. Estos porcentajes serán complementados con el pago de una suma fija hasta fin de año. En todo caso, parece difícil que un recorte de magnitud grande se continúe verificando en este rubro.
También en el centro de la polémica política, las transferencias a universidades explican parte del ahorro en el gasto: el recorte de julio fue de un 7,9% interanual, aunque si se toma el acumulado de siete meses del año, la variación sigue dando positiva en 1,5%.
Siguiendo la tónica de la gestión Milei, una vez más se registró un desplome en el gasto de capital -principalmente la obra pública- que tuvo una variación interanual negativa por 48,9%. Señales políticas como la eliminación por decreto de la Dirección Nacional de Vialidad dan la pauta de que se profundizará en esa línea aunque, claro, esto quedará supeditado a la capacidad de Milei para sostener el veto en el Congreso.
Jubilaciones y AUH, empujando al alza
Y, como ya viene ocurriendo desde hace tiempo, el rubro de jubilaciones y pensiones -por lejos el rubro de mayor incidencia del presupuesto, con un 47% del total- es el que más empuja el gasto. Esto ocurre por efecto de la nueva fórmula de indexación que toma como referencia la inflación pasada.
Es decir, ocurre la situación inversa a la del año pasado, cuando la «licuación» inflacionaria del gasto jubilatorio permitió obtener un rápido superávit fiscal. Aquella situación resultaba insostenible políticamente -hubo meses en que la masa destinada al pago de haberes jubilatorios registró una impactante caída de 38% real interanual-, al punto que el propio Fondo Monetario Internacional presionó para una recuperación de los haberes.
Ahora está ocurriendo el efecto inverso: en julio, el gasto jubilatorio tuvo un aumento interanual de 12,8%, y si se considera el acumulado de siete meses del año, la suba fue de un 16,2% real.
Con estos números sobre la mesa, queda en claro por qué Milei se fijó como objetivo prioritario impedir que entre en vigencia la reforma previsional que se votó en el Congreso. Este paquete de medidas -que incluye una compensación de 7,2% para todos los haberes, más un incremento del bono extraordinario para la franja mínima y su indexación por el IPC- implicaría, según las estimaciones, un costo fiscal anual de 0,7% del PBI.
Y, una vez más, destaca la excepción de un rubro que nunca ha sufrido recortes: la Asignación Universal por Hijo, que en julio subió un 5,6% y que en el año acumula una mejora de 25,9%, un gasto equivalente a $3,1 billones.
De todas maneras, se trata de un rubro en el que la oposición está denunciando una voluntad de restringir beneficios, dado que en el reciente informe del Fondo Monetario Internacional se sugirió al gobierno hacer una depuración de la lista de beneficiarios para asegurarse de que la asistencia estatal se aplique de manera eficiente y que no vaya a personas que no cumplan con los requerimientos. En definitiva, se espera que para el año próximo comience también un recorte real del gasto en ese rubro.