domingo, 24 agosto, 2025

El salvaje relato de un hincha de la U de Chile que estuvo detenido en Argentina: «Nos trataron como animales»

A medida que fueron recuperando su libertad o recibieron el alta médica, los hinchas de la U de Chile que fueron detenidos u hospitalizados en la Argentina luego del partido contra Independiente empezaron a relatar su versión de los hechos. Uno de ellos fue Diego Retamales Guajardo, simpatizante del elenco trasandino que hizo un minuto a minuto en sus redes sociales y denunció maltrato policial en una comisaría de Avellaneda.

«Nos metieron como animales a una camioneta para 12 personas sentadas siendo 44. Allí comenzó la tortura constante (que duró aproximadamente desde las 23.00 hasta las 06.00) y nos metieron a todos en un calabozo de pocos metros totalmente insalubre, sin baños ni ventilación. Todos estuvimos sentados con la cabeza gacha como nos pedían, pero iban y venían constantemente a hacernos daños física y psicológicamente«, reconoció en parte de su descargo.

Diego Retamales Guajardo en la cancha de Independiente. (FOTO: Instagram)

El relato completo del hincha de la U de Chile por lo sucedido en la cancha de Independiente

«Primero que todo mi historia con la U comienza desde que mi viejo me llevaba en los años 90′ al estadio, que al pasar del tiempo comenzó este amor hacia estos colores, que creció viendo a Superman Vargas y al Matador Salas mis primeros ídolos, íbamos constantemente al nacional junto algunos vecinos cuando apenas tenía 9 años, este amor traspaso llegando hasta mi madre y mi hermana que es la que dio entrevistas en prensa chilena y argentina, y no dejándome a la deriva en ningún momento, ya hace varios años tratamos de ir en familia y disfrutar de un espectáculo deportivo, ya hace tres años ya se hizo recurrente. Vamos cada fin de semana al estadio, aquí comienza mi historia en Buenos Aires, Avellaneda.

Cuando supimos que pasamos a octavos de final y jugábamos frente a un grande de Argentina me motivó para vivir una linda experiencia fuera de Chile. Viajamos cuatro junto a mi amigo Matías (que también cayó preso junto a mi) a cumplir este lindo sueño y experiencia como HINCHA de nuestro club y del FÚTBOL.

El descargo de un hincha de la U de Chile.

Llegaron ellos primero, luego yo. Conocimos el obelisco y sus alrededores, degustando su gastronomía y sus hermosos paisajes medio retros que me hacían querer seguir conociendo más sobre su cultura. Llegó el momento de ir al estadio, el conductor dándonos charlas sobre la cultura futbolera que se vive en Avellaneda entre Racing e Independiente. Íbamos al lugar equivocado en el punto del Uber y él gentilmente nos llevó al lugar correcto donde entraba la hinchada visitante. Todo ok hasta ese momento…

Contemplamos y estábamos sorprendidos por la distancia entre el Cilindro y el estadio del rojo. Entramos faltando tres horas aproximadamente, sorprendidos por cómo se veía la cancha tan encima. Comenzó el partido… todo ok con la barra e hinchas cantando sin parar, alentando al León como siempre. Con demasiado aguante, comenzamos a ver con mi familia gritos. Luego pasamos a los desmadres, cosa que yo creo que el 95% de los simpatizantes que fuimos no estábamos desacuerdo. Como lo dije, fuimos a ver un espectáculo deportivo y familiar.

Termina el primer tiempo todo «normal». Compramos algo para comer y beber, hasta que esto se comienza a descontrolar y por altoparlante nos dicen que debemos desalojar o iban a castigar al equipo. La gran mayoría partimos para evitar violencia y salimos de forma ordenada hasta que llegamos a la salida del estadio, donde barristas de Independiente nos tiraron objetos.

Al momento de la salida nos separamos por muy pocos metros. Veo que agarran a Matías sin hacer NADA, solo estábamos saliendo, inclusive con las manos arriba y ordenados. Lo toman, le grito por su nombre y recibo de la nada un palo en el cuello. Me mantuve de pie mirando a Matías y cuando empiezo a salir para seguir a mi hermana y mi primo se me cruza un guardia de 1.90 metro de estatura que me agarra del cuello.

Me agarró, me golpeó en varias ocasiones en las costillas, me quería hacer una llave en mi brazos. Luego llegó otro policía todo alterado (lo más probable que drogado) y me llevaron ambos golpeándome en varias ocasiones hacia un tipo de plaza en la que ya había varios camaradas en el suelo con las manos atrás. Llegó una policía toda cegada, alteradísima, golpeándonos a todos y robándonos a todos nuestras pertenencia. En mi caso me robó mi anillo tipo compromiso, mi reloj y mi billetera. Sin vergüenza y a la vista de todos comenzó a abrir nuestras billeteras y a sacarnos nuestro efectivo.

Comienza acá nuestro primer traslado a la Comisaria de Avellaneda, donde nos metieron como animales a una camioneta para 12 personas sentadas siendo 44. Conduciendo a altas velocidades y pasándose los lomos de toros sin parar (casi volcándonos en varias oportunidades) nos trataron como animales. Aquí comienza la tortura constante que duró aproximadamente desde las 23.00 hasta las 06.00 am, donde nos metieron a todos en un calabozo de 2×3 metros totalmente insalubre, sin baños ni ventilación. Todos estuvimos sentados con cabeza gacha como nos pedían ellos. Iban y venían constantemente tres tipos de jefes policías a hacernos daños física y psicológicamente.

Nos decían que habíamos matado a una nena de 7 años, que íbamos a pasar años presos como los de Peñarol. Nos hicieron desnudarnos para robarnos nuestras pertenencias de vestimenta de Universidad de Chile a casi a todos. Tipo tres de la mañana llegaron las otras camionetas con los hinchas de la U, que fueron los que más sufrieron la represión de esta policía. Hicieron un callejón oscuro con la infantería con palos, ingresando uno a uno nuestra hinchada al otro calabozo. Sentíamos los golpes que le daban en espalda y palos de madera en sus piernas al momento de ingresar. Nos gritaron constantemente, sentíamos que se hacían eternas las horas dentro del calabozo, hasta que llegó la embajada de Chile en Argentina diciéndonos solo lo que queríamos escuchar sin darnos ninguna ilusión: que nos iban a sacar. Luego, pasó también un jefe de la PDI chilena que nos «dio» información algo más alentadora junto con la del Consulado.

Debo RECALCAR que llegó el momento de cambió de turno y llegaron unos policías muchos más humanos y empáticos con nosotros. Habían pasado 12 horas ya y nos comenzaron a llegar nuestras primeras bolsas de galletas y agua, que varios no queríamos comer por el tema del baño, que estaba tapado todo cochino y difícilmente se podía utilizar por su asquerosidad.

Pasaron muchas horas y nada de información, hasta que querían y estaban apelando llevarnos a un lugar más «cómodo». Gracias al apriete del presidente de Chile y el de la U llegó el momento en que nos trasladaron esposados como si fuéramos todos delincuentes de alto riesgo hacia la cuarta Comisaria de Sarandí, donde nos recibieron de «buena manera» los encargados de esa casi cárcel por su estética. Entramos a las celdas, donde los colchones estaban llenos de suciedad y chinches. Matamos aproximadamente 10 arañas para así poder «dormir» algo más tranquilos.

Nuestra ansiedad ya nos estaba ganando y a mí la angustia de no poder estar con mis hijos y familia en Chile abrazándolos. Estábamos casi dormidos y nos llegó la primera y grata sorpresa de unas pizzas calientes con bebida helada de parte de la barra. Fue una luz de esperanza que se nos abrió con tan solo con comer algo rico después de 48 horas de solo estar con agua y galletas. Disfrutamos tanto ese momento nos llenó de alegría, tratábamos de comer despacio para poder alargar esa satisfacción, terminamos de comer y las horas de hacían eternas tratábamos de adivinar qué hora podría ser, hasta que en un momento tratamos de dormir y llegó el mejor momento de esta malísima experiencia.

A las 00.30 golpean fuertemente la celda y nos gritan ‘arriba que llegó su libertad’ y fue el mejor momento. Estábamos extasiados, sabiendo que a las 08.00 nos iban a trasladar a fiscalía de Buenos Aires. Comenzamos a salir uno a uno felices, abrazándonos afuera como si fuéramos familia, tratando de contactarnos de todas formas con los nuestros para dar información que nos habían soltado, ayudándonos entre todos dar mención a un chico llamado #Rottstar que nos ayudó de todas maneras posible para contactarnos y pagarnos nuestros Uber. Teníamos que hacer la hora hasta las 10.00 para ir a buscar nuestras pertenencias a la Comisaría de Avellaneda. Esperando y esperando nuestro turno para retirar nuestras pertenencias recibíamos cada cierto momentos agresiones para ver si había una respuesta. Unos tuvimos la suerte de encontrar nuestros celulares y documentos que era lo más importante para poder salir del país, y otros no… lo que era ropa de la U, joyas, relojes y no estaban ya sabemos el por qué…

Después de todo lo sucedido comienza a salir el sol y conocemos a Martín, hincha de River, un amigo de un amigo que de forma amable nos prestó alojamiento en su propio hogar y su señora nos estaba esperando con una riquísima milanesa. Nos mostró su población mostrándonos la otra cara de Avellaneda, contándonos historias de ese sector (hermoso lugar) junto a un gran nuevo amigo Raúl, con el que vivimos casi todas esas horas juntos sin decirnos que no todos los argentinos son iguales, mostrándonos la otra cara de las personas de ese país. Fue grato vivir esa tarde junto a su señora e hijos. Después llegó el momento de nuestra partida, agradeciendo enormemente a nuestro nuevo amigo Martín por su amabilidad y hospitalidad.

De todo lo malo siempre hay cosas buenas. Hicimos buena camaderia entre todos los que caímos presos, más conexión con Raúl Donoso y Hulk, que era un chico que estaba «solo» y había perdido su vuelo y no podía comunicarle nada a su viejita, como a muchos que estábamos desconectados de afuera.

Así termina mi experiencia, espero que jamás le vuelva a pasar a nadie. Mi verdad no es la realidad de todos los que vivimos esto, solo cuento mi verdad, nuestra cruda verdad. Aguante el bulla y toda su gente».

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