Dentro del cristianismo y el catolicismo, la celebración de la misa es un momento de suma importancia, donde la persona se encuentra con Jesús al comulgar, practica la introspección y escucha las lecturas y el Evangelio del día.
Con ocasión de Semana Santa, la misa toma un lugar de mayor relevancia al tratarse de la conmemoración anual de la pasión de Cristo, es decir, de la entrada a Jerusalén, la última cena, el viacrucis, la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret.
Usualmente, este período de ocho días varía entre marzo y abril, y marca su inicio con el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de Resurrección. A continuación se ofrecen las lecturas y el Evangelio del sábado 30 de marzo, según el sitio web oficial del Vaticano.
Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos
Hb 4,1-16
Por tanto, estemos en guardia mientras permanece la promesa de entrar en su reposo, para que ninguno de vosotros parezca haber fallado. Porque, de hecho, hemos recibido la buena noticia como ellos. Pero la palabra que oyeron no les aprovechó, porque no estaban unidos en la fe con los que escuchaban. Porque los que creímos entramos en [ese] reposo, tal como él ha dicho: “Como juré en mi ira, no entrarán en mi reposo”.
Sin embargo, sus obras se cumplieron en la fundación del mundo. Porque él ha hablado en alguna parte acerca del séptimo día de esta manera, “Y Dios descansó en el séptimo día de todas sus obras”; y de nuevo, en el lugar antes mencionado, “No entrarán en mi reposo”. Por tanto, puesto que resta que algunos entren en él, y los que antes recibieron la buena nueva no entraron por causa de la desobediencia, una vez más fijó un día, “hoy”, cuando mucho después habló por medio de David, como ya se ha citado: “¡Oh, que hoy escucharas su voz! No endurezcáis vuestros corazones”.
Ahora bien, si Josué les hubiera dado descanso, no habría hablado después de otro día. Por lo tanto, todavía queda un descanso sabático para el pueblo de Dios. Y el que entra en el reposo de Dios, descansa de sus propias obras como Dios de las suyas. Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que ninguno caiga en el mismo ejemplo de desobediencia.
En efecto, la palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que toda espada de dos filos, penetrando incluso entre el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y capaz de discernir los reflejos y pensamientos del corazón. Ninguna criatura se le oculta, sino que todo está desnudo y expuesto a los ojos de aquel a quien debemos dar cuenta.
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno igualmente probado en todo, pero sin pecado. Así que acerquémonos con confianza al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Evangelio del sábado 30 de marzo de 2024
Evangelio Según San Mateo
Mt 27, 62-66
Al día siguiente, el próximo al día de la preparación, los principales sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron: “Señor, recordamos que este impostor, mientras aún vivía, dijo: ‘Después de tres días seré resucitado’. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos y lo roben, y digan al pueblo: ‘Ha resucitado de entre los muertos’. Esta última impostura sería peor que la primera”. Pilato les dijo: “La guardia es vuestra. Vayan a asegurarlo lo mejor que puedan”. Fueron, pues, y aseguraron el sepulcro, poniendo un sello en la piedra y poniendo la guardia.
LA NACION