domingo, 22 diciembre, 2024

Claudio Tano Marciello, el gran héroe y sobreviviente del rock pesado, celebra a su banda Almafuerte y su amigo Ricardo Iorio

Leyenda viva. Héroe de la guitarra. Sin dudas que así es la magnitud de Claudio «Tano» Marciello, uno de los grandes músicos de rock que sin embargo no es un nombre corriente para aquellos ajenos al heavy metal.

Su nombre se vincula de inmediato al de su gran socio artístico: Ricardo Iorio, con quien compartó el grupo Almafuerte de 1995 a 2016. Su guitarra, por ejemplo, es la que realiza la inconfundible intro y solo del clásico hit Toro y Pampa. Su trayectoria y discografía es inmensa, y actualmente sigue tocando en el grupo que lleva sus iniciales: CTM.

Claudio Tano Marciello en vivo con su grupo CTM, que ya tiene más de siete discos. Foto de prensa

El Tano Marciello es un músico incansable que a los 61 años no para de recorrer el país, y ahora prepara una despedida del año en el estadio Malvinas Argentinas el sábado 28 de diciembre, con un recital especial para conmemorar a Almafuerte.

Los comienzos

En sus comienzos, el Tano tocó en bandas legendarias como la encarnación de los años ’80 de El Reloj, pero se hizo conocido a nivel masivo al juntarse con Ricardo Iorio para fundar Almafuerte, el grupo que nació de la separación de Hermética.

«Ricardo llamó por teléfono a mi casa -recuerda- pero yo no estaba porque había ido a una zapada en Haedo que duró hasta las 10 de la mañana. Atendió mi esposa, y cuando volví me dijo que había llamado Iorio y dejado su teléfono. Así fue cómo me convocó. Lo conocí en los años ’80, en un taller donde estaban haciendo los equipos para un show de Barón Rojo. Ricardo sabía quién era y nos fuimos a hablar».

Claudio «Tano» Marciello es uno de los grandes guitarristas del rock local, especialmente famoso en el mundo del heavy metal. Foto Cleo Bouza

-Siempre fuiste fiel a un estilo, y con los años te convertiste en clásico.

-En realidad no me di cuenta de eso. Yo digo que no soy una leyenda, pero también digo que el sueño todavía está vivo. Creo que me siento joven, con el mismo entusiasmo que tuve el primer día que agarré una guitarra y escuché rock pesado.

También pude ligarme con otros artistas de otros géneros y grabar para folkloristas y algunos que hacen música fusión con tango. Disfruto de eso y de participar en eventos como estar en Obras con Divididos o en los 25 años de La Mississippi. ¡Ensayo y voy con entusiasmo como el primer día!

-¿Cómo fueron tus comienzos?

-Me llamaban la atención El Reloj, Cuero, Desatormentándonos de Pescado Rabioso y el disco Pappo Blues Vol. 2. Mi hermano fue guitarrista del grupo Héroes y fue quien trajo una guitarra eléctrica a casa y me enseñó los primeros acordes. Después vi que tenía mucha facilidad.

El grupo CTM: Claudio Tano Marciello, Leandro Radaelli, Guiliano Noe y Melina Marciello. Foto de prensa

-¿Cómo era hacer rock en esa época?

-Tenías que abrirte camino por tu cuenta. Un día Willy Quiroga me invitó a tocar en Parque Lezama y dijo que a Vox Dei siempre le costó conseguir lugares para tocar, en comparación con otras bandas que sonaban en radios y aparecían en programas de televisión. Ellos tenían que autogestionarse y solo los reclutó el sello Mandioca. Pero en este momento no está pasando eso.

En mi caso, por ejemplo, yo soy CDM, mi sello se llama así,y es todo autogestión. Para las giras y recitales lo hablamos con mi manager, o directamente con el productor. Ahora por suerte me están convocando mucho para tocar. En Argentina duele hacer rock pesado, aunque tenemos una ventaja con otros lugares de Latinoamérica: un sonido mucho más original, una mayor variedad de bandas y tenemos iconos e historia.

-¿Cuál fue tu primera banda chica y la primera banda grande?

-Empecé con bandas chicas en el ’74. Grande, digamos de renombre, fue El Reloj en los años ’90. Otros grupos fueron El Dragón y Gitanos, donde tocábamos Hendrix. Yo era un tipo muy inquieto y las bandas se armaban y desarmaban todo el tiempo. ¡Algunas duraban un fin de semana! Tenía un equipo que metía dentro de un bolso que colgaba del lado derecho, ponía la viola de hombro y me tomaba un tren hasta Once o Moreno para tocar con otros músicos.

Claudio Tano Marciello, en vivo con su grupo CTM. Foto de prensa

-¿Y la policía cómo te trataba cuando ibas con la guitarra y el amplificador?

-¡Me jodía mucho! Una vez me agarraron en Villa Gesell para hacer la averiguación de antecedentes. Justo habíamos descartado lo que teníamos, pero igual vinieron con una maquinita para cortarnos el pelo largo.

Alcohol y drogas

-Muchos creen que tu época de mayor descontrol y excesos fue con Iorio, pero en realidad fue antes.

-Dejé todo hace 23 años y no lo digo para festejar ni nada por el estilo, sino que es un mensaje para quien lo necesite. Es mi testimonio. Mis adicciones no comenzaron en Almafuerte sino mucho antes: una adicción al alcohol de muy jovencito, a los 13-14 años, y eso viene aparejado con las drogas. Nunca tuve problemas en el escenario, aunque he subido completamente intoxicado. No fui un drogón reventado, sino que hacía trabajos manuales como obras, pintura, albañilería y carpintería.

Mi resistencia física al alcohol y las drogas era muy fuerte, pero en el año 2000 empiezo a reventar orgánicamente, con muchísimos sangrados internos. Después tuve un nódulo que me lo tuvieron que disolver con un tratamiento que llevo unos cuantos meses y ahora cada seis meses me hago los controles y estoy bien. ¡Estoy casi para empatar: fueron 25 de reviente y 23 limpio! Muchos se pusieron felices y se tranquilizaron cuando el Hombre Peste dejó de ser el nombre oficial.

Claudio «Tano» Marciello lleva 23 años sin tomar alcohol ni drogas. Foto Cleo Bouza

-¿Todos respetaron tu decisión o te invitaban a tomar una copita?

-El problema no eran las bebidas, sino que el problema era yo. Ahora no, pero durante casi dos años tuve a la vista una botella de una bebida preferida mía. Pude tenerla cerca, verla e inclusive tocar la guitarra y hacer canciones con esa botella enfrente mío.

Tengo amigos, por ejemplo, que consumían sustancias y venían a casa y yo no. Les decía que no hagan nada en mi casa porque me molesta, pero que podían ir afuera al jardín. Por suerte nunca fui de tener «amigos del campeón», porque la calle me enseñó a darme cuenta. Aparte, siempre estaba más relacionado con la música.

La vigencia de Almafuerte

El legado del Tano Marciello en Almafuerte no solo fue para definir el sonido de rock pesado del grupo Almafuerte, sino que fue capaz de acompañar a Iorio en temas de folklore, tango, blues y hasta baladas, ya desde su debut con Mundo guanaco, donde hicieron Desencuentro de Castillo y Troilo, y De los pagos del tiempo de José Larralde. Fue el músico que más tiempo trabajó junto a Ricardo Iorio, y continúa tocando temas del grupo en vivo.

Claudio «Tano» Marciello tocará el 28 de diciembre en el estadio Malvinas Argentinas, celebrando la música de Almafuerte. Foto de prensa

«Para mí es muy fuerte -dice- que Almafuerte sigue estando latente y en el inconsciente popular. El grupo tuvo una amplia trayectoria y también una manera dentro de ese género de hacer canciones que se filtraron a oyentes que escuchaban otro tipo de música, no solo los metaleros. Trascender significa de que estás en el oído de la gente».

-¿Sabes que tenés uno de los solos de guitarra más famosos del rock local, no?

-Sí. Toro y Pampa es uno de los más emblemáticos. En realidad es la melodía del principio del tema. Lo que hice fue interpretar un silbido y luego hice el desarrollo de la canción. Es una medida que se toca sin púa, solamente con dedos y en la mayor simpleza. Como dice Edelmiro Molinari en el tema Cosas rústicas: «Qué locura la simpleza». Y bueno, justamente ahí es donde a veces encontrás la comunicación más directa con la gente.

-La gente lo tararea como si fuera Ji ji ji de los Redondos.

-Sí. Bueno, soy de un país donde se tararean solos, algo único en el mundo, pero sucede.

Ricardo Iorio y Claudio Marciello en el festival Cosquín Rock de 2010. Foto: Daniel y Marcelo Cáceres

-¿Te impresionó la enorme repercusión que tuvo la muerte de Iorio?

-Me alegró mucho, porque en realidad me sorprendía que en vida no le dieran el reconocimiento que realmente se merecía. ¡A Ricardo le tenían que haber dado un premio Gardel hace muchísimo! Es muy importante tener en cuenta a un artista, un músico, un escritor como Ricardo. Es algo que no se puede borrar de la historia del rock.

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